"CASO OTERO"

“Le explico una cosa. La mayor parte de Chile no sintió la dictadura. Al contrario, se sintió aliviada. Porque antes usted no podía comprar nada importado, tenía que pagar lo que se producía en Chile, caro y malo. De la noche a la mañana usted empezó a encontrar lo que no había. Ganó el pueblo. Entonces las calles se limpiaron, empezó a haber trabajo. La represión la conocimos mucho más tarde. Se juzga sin conocer la realidad de lo que vivió Chile”.

Estas fueron las declaraciones emitidas por Miguel Otero, ahora ex-embajador, el 7 de Junio del presente año al diario Clarín de Argentina las cuales provocaron desconcierto no solo a nivel nacional sino también internacional.

Tras el revuelo que causó sus declaraciones, Otero declaró:

“Nunca dije que estuviese de acuerdo con la dictadura y siempre he condenado las violaciones a los Derechos Humanos. No defendí al régimen militar (...). Nunca he hecho una política partidista. Que hubo hechos reprobables, los condené en el Senado y nunca defendí a la dictadura”. “Lamento mucho, no he querido ofender a nadie y nunca ha sido mi intención defender las violaciones a los Derechos Humanos”.

Lamentablemente lo dicho… dicho está. Esto sin embargo, es una muestra que efectivamente la libertad de expresión existe ya que uno puede manifestar sus opiniones libremente. Ahora bien, no deja de ser importante destacar que la declaración de Miguel Otero fue infortunada, pues aún quedan “heridas abiertas” frente al periodo vivido el año 73’. Esto nos remite a una importante reflexión, pues al momento de emitir declaraciones es necesario ejercerlo con responsabilidad. El poder de la palabra es capaz de influir no sólo a niveles micro, sino afectar incluso a toda una población; por lo tanto, es preciso no abusar de este derecho inalienable a nosotros, ser precavido y cauto al momento de ejercer declaraciones, más si eres una autoridad, pues se compromete a toda una nación.